Aceite para tener frescas las caras
Poner en un vaso de vidrio un azumbre de agua ardiente y una libra de mirra. Tapar el
vaso muy bien con borra picada con engrudo. Y poner este vaso debajo de estiércol y
dejarlo estar cuarenta días. Y pasados los cuarenta días sacar el agua ardiente y mirra del vaso, y ponerlo todo junto en un alambique de vidrio. Y cerrado el alambique, taparlo muy bien con lo mismo que el mismo vaso, y ponerlo en una cazuela que esté llena de ceniza fría. Poner esta cazuela encima de un anafre y darle fuego manso por bajo hasta ser sacada la primera agua, que lo conoceréis cuando veáis que comienza a hacer cañón. Y como veáis esto, poned un receptáculo donde cojáis esta agua segunda, la cual tiene color de oro. Y cuando comenzara a gotear espeso, quitar aquel receptáculo y poner otro en que cojáis el agua postrera; y fortificaréis siempre, como vaya saliendo el agua, el fuego. Y como hayáis sacado toda vuestra agua, tapad vuestras redomillas bien. Y con el agua postrera os ungiréis una vez para siempre. Y no os lavaréis hasta ser pasados tres días, y con la otra segunda os
ungiréis cuando quisiéredes.
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